
La fábrica de cerámica de San Mamés de
Busturia funcionó durante apenas dos décadas, entre 1842 y 1862
aproximadamente, de ahí que sea una auténtica desconocida para muchos.
Se construyó sobre una antigua tejera en el barrio de Axpe, justo a la
orilla de la ría de Urdaibai, frente a Kanala, en el solar donde
actualmente está la casa conocida como Villa Matilde.
La tejera en la que se fabricaban
ladrillos, tejas y cerámica tradicional se modernizó y comenzaron a
confeccionarse objetos más selectos que la burguesía demandaba: lozas
finas y medias porcelanas con los que engalanaban sus mansiones y que
eran muestra del estatus de esta nueva clase social.

Tres familias oriundas de Busturia
participaron en la fundación de la fábrica: los Uriarte, Bulucua y
Chirapozu. Todos ellos pertenecientes a la aristocracia rural del
municipio y cuya riqueza procedía de la explotación de recursos
industriales tradicionales como ferrerías, molinos, tejeras…, además de
sus negocios en las Indias. También contaron con la ayuda financiera del
bilbaino Ambrosio Orbegozo, que posteriormente sería uno de los
fundadores del Banco Bilbao.
La mano de obra era en su mayoría local o
de las inmediaciones, y algunos aprendices y ayudantes provenían de la
Casa de Misericordia de Bilbao, pero los técnicos, altamente
cualificados y conocedores de los nuevos métodos de producción y
estampación, fueron franceses: Margaine y Decaen.

Entre las distintas piezas destacan las
vajillas, de aspecto muy similar a las elaboradas en otras fábricas
creadas entonces en territorio español. Se confeccionaban piezas
blancas, otras de color pintadas a mano, pero la propuesta innovadora de
esta fábrica fue la estampación mecánica, que facilitaba la producción
en serie, abaratando mucho los costes. Gran parte de las piezas llegadas
hasta nuestros días están adornadas con dos tipos de motivos
decorativos propios de Busturia: las escenas de muleros combinadas con
las cenefas de hojas de parra, y las hojas de perejil de color azul
cobalto.
La cerámica de San Mamés tenía su propio
sello que certificaba la procedencia de las piezas, y en encargos
particulares incluso se insertaban las iniciales de los futuros
propietarios.
Por último, no podemos dejar sin
mencionar al pintor vasco José María Ucelay, íntimamente ligado a la
fábrica y para quien las lozas busturianas fueron fuente de inspiración
de numerosos bodegones y, en el caso de sus retratos, figuras a las que a
menudo recurría.
Para más información véase el audiovisual producido por Labayru Fundazioa para el Ayuntamiento de Busturia en 2017 titulado Busturi, ipuinetakoa dirudi. Sirva como referencia bibliográfica La cerámica de Busturia de Kosme Barañano y Javier González de Durana editada por la Diputación Foral de Bizkaia en 1987.
Apuntamos asimismo que una selección de
ejemplares de esta manufactura forma parte de la exposición permanente
del Museo Vasco de Bilbao.
Akaitze Kamiruaga – Departamento Herri Ondarea – Labayru Fundazioa
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