En la construcción del Pueblo Vasco

http://www.euskonews.com/0722zbk/gaia72201es.html?iturria=boletina&alea=0722
Pedro IBARRA
El libro Memoria del antifranquismo en el País Vasco. Por qué lo hicimos (1966-1976), escrito por Pedro Ibarra: (Pamiela, Pamplona, 2ª, 2017) es un intento de combinar las memorias personales del autor sobre las razones y vicisitudes en su incorporación a esa confrontación antifranquista, así como la memoria colectiva acerca de los contextos que generaron esos compromisos masivos de lucha así como en de los procesos y rasgos organizativos de los distintos partidos y movimientos existentes. En este sentido en el texto hay una especial dedicación al papel que tuvo el movimiento obrero el la construcción de un “pueblo vasco” capaz de protagonizar ese enfrentamiento. A continuación se sintetizan algunas reflexiones sobre ese liderazgo.
En el año 1976, a través del proceso de confrontación abierto desde finales de los 60, se culminó la construcción del pueblo vasco. No un pueblo, sino nada menos que él pueblo vasco.1
Se caracteriza como un pueblo —en este caso como él pueblo— en conformase como un grupo humano extenso que, compartiendo determinados rasgos que lo singularizan, a su vez se enfrenta a otro grupo. A una élite política y social que detenta y ejerce el poder político.
Es en y desde esa confrontación, donde se establecen los rasgos de ese pueblo. Quiere construir una sociedad, una forma de convivir y de gobernarse distinta a la Otra forma, a la propuesta e impuesta por esa elite dominante. El proceso de confrontación orienta, marca y construye esa conciencia colectiva de lo que se es como ese pueblo —los que están en contra de lo existente— y de lo que se quiere ser como ese pueblo —lo contrario de lo existente: una comunidad de libres e iguales. En ese pueblo hay un discurso, un compartir una visión sobre lo que debe hacerse respecto a lo Otro y respecto a si mismo.
Un sujeto con conciencia de ser un grupo humano con una determinada vertebración interna, con una tendencia a la permanencia y a la estabilidad. Con conciencia de que comparte una cosmovisión. Con la convicción de que en la medida en que se mantenga fuerte, unido y vertebrado podrá acabar con el sistema dictatorial e injusto político existente, asentado en el poder de una élite económica y política. Asimismo se afirma como pueblo vasco porque forma parte de su imaginario colectivo el que ese pueblo debe tener un amplio nivel de auto gobierno; el equivalente al pueblo / comunidad nacional vasca
Hay procesos, confluencias etc. que convergen, que alimentan, que dan coherencia y unidad a la conciencia y práctica de ese pueblo vasco, y en los que el movimiento obrero tuvo un relevante protagonismo.
Memoria del antifranquismo en el País Vasco, Pedro Ibarra
Memoria del antifranquismo en el País Vasco,Pedro Ibarra.
Desde finales de los años 60 existe una práctica permanente de establecer alianzas entre organizaciones muy distintas. Esos procesos se dan en diferentes espacios de acción. Así en el movimiento obrero, el urbano y en los últimos y nuevosmovimientos (mujeres, ecologistas etc). Así mismo distintas organizaciones políticas buscan y a veces logran momentos de confluencia, acordando compartir determinadas reivindicaciones.
En esas prácticas de confluencia hay que destacar la sistemática tendencia a coordinarse tanto distintos grupos obreros —comisiones; comités en distintas áreas industriales— como distintas organizaciones sindicales clandestinas, asi como la unidad que se da en el área urbana en torno a las asociaciones de vecinos o los correspondientes comités de barrio y en los nuevos movimientos emergentes.
En el orden político aparecen alianzas con acuerdo más o menos estables entre distintos partidos. En ocasiones de las mismas tendencias y en ocasiones de orientaciones ideológicas muy dispares. En aquellos tiempos se buscaba la confluencia operativa. A la hora de discutir unidades de acción confluían en el proceso colectivo decisorio partidos, movimientos, sindicatos clandestinos, organizaciones anti-represivas, etc. Lo habitual en esos procesos amplios de convergencia era lograr acuerdos en acciones colectivas. Fundamentalmente huelgas generales sociales y políticas.
A partir de 1973 en todos las manifestaciones públicas de alianzas o convergencias entre todo tipo de grupos, movimientos, partidos y sea cual fuese el motivo de tal confluencia, apareció esa exigencia de cambio radical a favor de la libertad y la igualdad. Especialmente de la libertad. La misma estaba siempre presente. Hubo acontecimientos, como por ejemplo las convocatorias a huelgas generales, en los que la dimensión expresa de esa exigencia de cambio, se expresaba mucho más contundentemente, pero en todos los momentos, coyunturas o procesos más o menos estables de confluencia y alianza, apareció sistemáticamente la denuncia y la demanda.
Las confluencias organizativas planteaban otra cuestión diferente. La existencia en momentos críticos de una dispersa, dividida, en última instancia no operativa, falta de liderazgo proveniente de partidos y movimientos organizados, coincidente con un pueblo con conciencia de estar en una fase ascendente, imparable y unitaria de confrontación, posibilita la aparición de un liderazgo autónomo. Que la organización de la vanguardia política de esa comunidad sea sin mas la expresión directa del propio Sujeto, del pueblo en acción. Me refiero a coordinadoras de fábricas en lucha, coordinadoras de barrios, coordinaciones anti-represivas. El pueblo en sus movilizaciones unitarias elige representantes para que formalicen y ejecuten sus exigencias centrales.
A partir del año 1974 empieza a estabilizarse algunas de estas instancias unitarias. Una de las más sólidas, combativas y operativas fué la coordinadora de fábricas de Bizkaia. Esa instancia popular pretende alimentar a través de convocatorias de huelga y manifestaciones la idea de que era necesario establecer un régimen de libertades y justicia. Proponía la confrontación; impulsaba procesos de ataque directo al Estado fascista a través de procesos de desobediencia civil. Así en determinados momentos al menos una parte de ese pueblo tuvo un liderazgo operativo. Esas experiencias de liderazgo popular y unitario tuvieron vigencia hasta poco después de 1976. Luego los liderazgos —ahora en plural— son asumidos directamente por las organizaciones políticas presentes en la lucha.
En los procesos de construcción popular hay momentos de dimensión más discursiva y simbólica que impulsan y alimentan en ocasiones de forma prioritaria el proceso de cohesión popular.
Hay consignas, demandas, expresiones, símbolos que generan un sentido de pertenencia colectivo intenso. Generan una identidad popular que supera y solapa las identidades en juego de las distintas corrientes políticas y sociales y de espacios de actuación, creando un emocionante sentido de protagonismo colectivo que activa la conciencia y lucha unitaria.
Las huelgas generales convocadas y llevadas a cabo a partir de 1970 evolucionan en su convocatoria (¡solo en su convocatoria!). De demandas laborales a denuncias anti-represivas y solidarias a exigencias directamente políticas. También en simultaneidad. La huelga general de diciembre de 1970 tiene como objetivo la solidaridad con los presos de ETA del juicio de Burgos y rechazo a la represión franquista. Es una huelga general directamente política. Más tarde surgen las huelgas de origen laboral pero con consigna políticas directas; parciales y alguna general total, como al de 1974. A partir de las 75 y 76 el peso de la dimensión anti represiva y política de las huelgas general es mucho más evidente.
Las convocatorias de huelga general operan como un símbolo movilizador para todos los grupos organizaciones, movimientos y todos los diversos sectores sociales activos o no. Todos se sienten reconocidos en esa llamada. Sus distintas reivindicaciones sectoriales políticas o diferentes estrategias no están dentro de esa llamada. Lo único que existe para ellos aquello que realmente les une, aquello que comparten, aquello que les he dado una sobre-identidad, es el símbolo de la huelga general. Todos se sienten llamados a esa hora de apoyar esa convocatoria de huelga general, por que todos comparten el rechazo al sistema. Rechazo que se expresa en la huelga de forma radical y contundente. Estar en la huelga general o apoyarla es para todos, más allá de sus diferentes programas y exigencias, sentir que compartían una identidad. La identidad que comporta el ser todos un solo pueblo —el pueblo vasco— con un objetivo de lucha común.
1 No se trata confrontar esta concepción del pueblo vasco con el uso habitual que se ha hecho desde distintas propuestas ideológicas nacionalistas sobre la existencia del pueblo vasco . Este es otro orden analítico.

Comentarios