El nuevo monstruo de la gestión del agua

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DEIA Tribuna abierta
Por Julen. Rekondo - Martes, 12 de Diciembre de 2017 -


PODEMOS vivir sin ellas, pero las consumimos por toneladas. Lo que pagamos al comprarlas es lo de menos. En cuanto las toallitas húmedas terminan en el váter, empiezan a costarnos, en el conjunto de la Unión Europea, entre 1.000 y 1.500 millones de euros anuales según el informe Toilets are not a bin!publicado en octubre de 2014 por EurEau (Federación Europea de Asociaciones Nacionales de Suministradores de Agua Potable). Una factura que pagamos entre todos los ciudadanos y las ciudadanas.

Las toallitas higiénicas de los bebés tienen buena parte de la culpa. Pero es que ahora también las compramos para un sinfín de cosas más. Así, por ejemplo, hay toallitas para limpiar superficies de acero inoxidable, para limpiar frigoríficos, para limpiar microondas…. Hay toallitas prácticamente para casi todo, y no es que sea negativo que existan, sino que el problema es que las arrojemos al váter, y sin conocer los terriblemente peligroso que es. Además, cuando tiramos al váter, toallita a toallita, el gasto para tratarlas adecuadamente se multiplica y lo acabamos pagando entre todos.

La Asociación Española de Abastecimientos de Agua y Saneamiento (AEAS), que aúna a empresas municipales, mixtas y privadas de gestión del agua, estima que más de 200 millones de euros al año se llevan solo los trabajos de depuración del agua. Entre 4 y 6 euros por habitante.

Una cifra escalofrianteEn todo caso, no se trata de prohibir su uso -aunque lo grave es que se da en muchas ocasiones un consumo desaforado e injustificado-, sino de poner una papelera en el baño para no tirar toallitas al WC y evitar atascos. Ni más ni menos. La ya escalofriante cifra de que, en 2015 en Euskadi, se vertieron 2.400 toneladas de toallitas higiénicas crece exponencialmente desde entonces.

Hay problemas relacionados con el deterioro del medio ambiente que nos preocupan, pero nos parecen que están muy lejos de nosotros y no nos movemos por ellos, como son la pérdida de biodiversidad, el cambio climático, la contaminación del agua, la deforestación, la desertificación... Pero no relacionamos esas problemáticas ambientales con cuestiones tan domésticas y del día a día y que afectan también al planeta Tierra como son las toallitas higiénicas y la desgraciada costumbre de tirarlas al WC.


Las empresas de gestión del agua estiman que en el Estado español los trabajos de depuración se llevan 200 millones de euros al año, entre 4 y 6 euros por habitante

Las empresas de abastecimiento y saneamiento insisten cada vez más en los últimos tiempos en que hay que combatir este problema, como lo están haciendo desde 2016 la Agencia Vasca del Agua (URA) y siete consorcios y mancomunidades de agua de Euskadi -Consorcio de Aguas Bilbao Bizkaia, Aguas Municipales de Vitoria, Aguas del Añarbe, Consorcio de Aguas de la Rioja Alavesa, Consorcio de Aguas de Busturialdea, Kantauriko Urkidetza y Servicios de Txingudi-, bajo la coordinación del Clúster de Euskadi (Aclima), con una campaña de sensibilización para alertar a la ciudadanía de las consecuencias de los vertidos de las toallitas higiénicas por el inodoro y, paralelamente, para promover unos hábitos más responsables que impidan que dichos vertidos sigan provocando atascos en los sistemas de saneamiento y tratamiento de aguas, y afecten también a la calidad del vertido al medio receptor.

En muchas ocasiones no se usa solo el váter para arrojar toallitas higiénicas, sino también para tirar otros residuos domésticos como bastoncillos, restos de comida, residuos farmacéuticos, productos de limpieza personal, entre otros.

Los tapones gigantescos que provocan las toallitas se producen porque no se deshacen realmente, además de contaminar. El primer bloqueo se da cuando la toallita se tira al váter en la conexión con la red de alcantarillado. El siguiente es en las bombas, que ayudan a conducir el agua residual hasta las depuradoras, que también se acaban bloqueando. Si logran superar la red y llegan hasta las estaciones de depuración, también hay problemas. Así, si las toallitas acaban en los ríos o en la mar, generan también impactos ambientales en el medio acuático.

Mucho por recorrer Todavía hay quienes piensan que las depuradoras tratan todo tipo de residuos, pero no es así, ni muchos menos. Es cierto que las depuradoras, conforme pasa el tiempo, funcionan más eficientemente, pero no están preparadas para tratar venenos, fármacos o los componentes de las toallitas. Hace falta más investigación para poder dar una solución satisfactoria. Se ha avanzado mucho en la gestión del abastecimiento, del saneamiento y de la depuración, pero todavía queda mucho camino por recorrer.

¿Cuál es la solución? Es muy sencilla y consiste en colocar una papelera en el baño y depositar en ella las toallitas junto al resto de los residuos. El contenido final debe ir al contenedor de la fracción resto. La utilización de la papelera evitará atascos y problemas en el tratamiento de las aguas residuales y supondrá un importante ahorro económico. Asimismo, contribuirá a una mejor gestión de los residuos y facilitará el aprovechamiento de los recursos naturales.

La campaña de comunicación realizada en los últimos meses por las entidades anteriormente citadas sobre el peligro que encierra arrojar toallitas por el váter ha calificado a este problema como el “nuevo monstruo de la gestión del agua”. Pero a este monstruo se le puede derrotar, no echando las toallitas por el váter, al margen de lo que diga el envasador, ya que normalmente el empaquetado del producto lleva la etiqueta de biodegradable... cuando realmente no lo es.

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