Agonía de un Estado

Resultado de imagen de CATALUÑA LIBRE

DEIA Tribuna abierta
Por Josu Iraeta - Martes, 31 de Octubre de 2017 -

TENGO sobre mi mesa un precioso diccionario, Pequeño Larousse ilustrado, imprescindible para quienes a pesar de conocer a Cervantes, no somos doctos en castellano. En este precioso libro podemos encontrar muchas definiciones, entre ellas esta, autismo, que define así: Tendencia psicopatológica a desinteresarse del mundo exterior y a ensimismarse.

Esta definición ayuda, sin duda, a entender la práctica política del gobierno que preside el señor Mariano Rajoy. Solo quien es víctima de esta severa patología puede hacer gala de su grave y complicado estado emocional.

Quizá sea esta la razón por la que expertos en Derecho temen -desde hace algún tiempo- pronunciarse en público cuando en círculos estrictos mantienen una opinión que, de ser difundida, dejaría en entredicho el verdadero fundamento de un Estado de Derecho como el que agoniza en el Estado español. Su opinión mantiene, entre otras graves observaciones, que el lugar que corresponde socialmente al oficio de jurista es un discreto segundo plano. Dicen que no es conveniente que los jueces desplacen a los políticos de los rotativos, porque eso indica crispación social.

Las imágenes -exhibidas en todo el mundo- de independentistas catalanes ofreciendo flores a la Guardia Civil han sido relegadas, no son “de interés”. Hoy se aplaude y jalea al Ministerio Fiscal por haber encarcelado a sus líderes civiles, Jordi Cuixart y Jordi Sànchez. Esta actitud rancia y cerril, que huele a sables oxidados, no es propia de un Estado democrático. Resulta aberrante encarcelar “por sedición” a quienes megáfono en mano -existe documentación con imágenes y sonido- pedían a la multitud mantener la calma, evitando entrar en la provocación policial que buscaba el enfrentamiento.

Este amoral comportamiento es fiel reflejo de Francisco Franco, hoy escasamente reconocido como dictador y terrorista, también militar. Quizá por eso y a pesar de carecer (como ahora) de la fuerza y entidad suficiente para defender sus fronteras, su Ministerio de la Guerra siempre estuvo presto y activo para combatir al “enemigo interno”.

No es democracia, es otra cosa 

Hoy, con décadas de experiencia en una democracia detestable, gestionada por la misma genética política, nos encontramos con un gobierno que carece de Ministerio de la Guerra, pero defiende y practica “acciones militares de carácter anticipativo”. Con ello, superando a su predecesor y maestro, adopta como enemigo directo a la propia sociedad civil. Tal y como ha quedado meridianamente claro en Catalunya,

El gobierno del señor Rajoy pretende que el futuro de Catalunya se dilucide en el campo y con las condiciones que él impone, y eso no es democracia, es otra cosa. Esto no es nuevo, y bien pudiera calificarse como sedimento político, fruto de las últimas décadas. La España del señor Rajoy muestra claras patologías que, de hecho, pudieran sorprender si no tuviéramos la certeza de que son eternas

En principio, todo el mundo defiende lo propio como una opción entre otras. En cambio, cuando un individuo como el señor Rajoy ocupa el poder, cuando se siente con autoridad o cuando se recrea en la propia verdad, pretende para sí la exclusiva de la razón y del acierto, tanto en las estrategias como en las acciones.

Escuchando a los ministros del señor Rajoy queda en evidencia su escasa memoria. Quizá por eso se dice -no sin acierto- que quien sufre persecución tiene siempre mejor memoria que el perseguidor.

Hay procesos que parecen renovarse intactos en el transcurso de los siglos, gestos que con las pequeñas diferencias propias del paso del tiempo, repiten matemáticamente el pasado. Son procesos que no fallan nunca. Hoy les basta con señalar, con exigir desde sus páginas, para que quienes sienten el alivio de no ser ellos los acosados, se sumen al acoso de la perruna jauría.

El periodismo orgánico 

Me refiero al periodismo orgánico. Desde sus páginas y micrófonos se filtra, cada vez de manera más eficaz y repugnante, la oleada totalitaria con que invade el gobierno del señor Rajoy. Un infierno para los perseguidos y una vergüenza para quienes todavía se sienten aliviados.

Si leemos sus diarios podemos anticipar lo que va a suceder, pero ni el mundo de la iniquidad en que medran, ni su esplendor guerrero, han sido ni serán suficientes. Los perseguidos comprueban cómo la obscena crueldad de los adictos al régimen y la estupidez interesada y repugnante de muchos intelectuales los transforman en inquisidores. Todos saben lo fácil que es cegar a las masas.

Hoy es delito resistir, seguir creyendo en los valores personales y colectivos de un pueblo que no es el de aquellos que enarbolan como dogma democrático lo que no permite sino su propia identidad española, evitando que se ponga en duda la legitimidad de sus actos y creencias.

Solo en un régimen absolutista puede prosperar el que alguien con representación ministerial considere una guía democrática de comportamiento señalar, acusar y acorralar a personas y colectivos ante la opinión pública sin el más mínimo rigor ni respeto alguno a la presunción de inocencia, uno de los valores máximos que predica la Constitución que dicen defender.

¿Dónde está el PSOE? ¿Cuántos hay? 

¿Acaso aquella promesa del señor Rodríguez Zapatero dirigida directamente a los catalanes en Barcelona el 13 de noviembre de 2003 no era constitucional? Aquello de: “Apoyaré la reforma del Estatuto que apruebe el Parlamento catalán”. ¿Dónde está el PSOE? ¿Cuantos PSOE hay? ¿Es necesario apoyar la ilegalización de organizaciones políticas democráticas para evitar la pérdida de escaños?

Hay motivos sobrados para haberlo hecho antes, no hay duda. También de que ha llegado el momento de pensar y decidir, tanto vascos como catalanes, también los españoles, si los que actúan de este modo buscan el bien de la sociedad que dicen representar o simplemente están al servicio de las empresas que les financian y enriquecen. Haber llegado al poder por vía democrática no garantiza nunca a nadie que la gestión de ese poder otorgado también lo sea. Y en el caso del gobierno del Partido Popular, no lo es en absoluto. El PP, en su andadura gobernante, ha secuestrado la democracia. Hoy está situado en las antípodas de cualquier sistema que se asemeje a un régimen democrático, y lo triste es que no está solo.

Hay, como se ve, razones para llegar a la más firme convicción de que la estrategia del PP necesita de la violencia política. No puede ser de otra forma. Quien niega la puerta a toda solución de diálogo, cuando se anula toda vía de negociación, solo quedan dos caminos; la sumisión por la opresión o la resistencia por la violencia. Es decir, se busca y provoca la violencia como acción política para intentar deslegitimar los derechos democráticos que subyacen tras ella. Ni más, ni menos.

La situación es gravísima, sin duda fruto de la adecuación del franquismo al siglo XXI que hace el PP. Pero el intento de uniformizar la España toda, sea como sea y cueste lo que cueste, puede tener para quienes tienen este objetivo un desarrollo inesperado, contrario de lo que pretenden, esto es, que el censo español se vea notablemente disminuido a medio plazo. Aproximadamente en unos diez millones de ciudadanos. Una magnífica noticia.

Desde Euskal Herria: Visca Catalunya Lliure.

Comentarios