Luis de Arana y Goiri: un arquitecto desconocido

HISTORIAS DE LOS VASCOS 1862-1893-1951

Luis de Arana y Goiri: un arquitecto desconocido, 1862-1893-1951

La figura de este abertzale y su faceta de arquitecto han sido silenciadas e incluso despreciadas pese a lo prolijo de su trabajo, tanto político como arquitectónico

GORKA PÉREZ DE LA PEÑA OLEAGA - Sábado, 18 de Enero de 2014 

Libros sobre el arquitestco Luis Arana Goiri

Bilbao. La figura de Luis de Arana ha sido silenciada y despreciada hasta fechas bien recientes, aspecto que no resulta fácilmente comprensible por la suma transcendencia que tiene para la historia de Euskadi. La recuperación de su papel político la acometió brillantemente el historiador Jean Claude Larronde hace tres años en el libro Luis de Arana, 1862-1951. Historia del Nacionalismo Vasco, que constituye una de las aportaciones más decisivas de los últimos años en la historiografía contemporánea de Euskal Herria.

Un libro que da una visión completamente novedosa del nacionalismo vasco, a partir del decisivo papel jugado por Luis de Arana en dos aspectos: su condición de ideólogo al co-fundar, junto a su hermano Sabino, el EAJ-PNV el 31 de julio de 1895, y como máximo responsable en la dirección de este partido en dos etapas diferentes, mandatos que fueron determinantes para transformarlo en una moderna organización de masas y salvarlo de una más que probable desaparición.

La aportación política de Luis de Arana es de gran calado dado que sentó las bases de la Euskadi contemporánea, al plantear la necesidad de construir un Estado vasco democrático al servicio de los intereses de sus ciudadanos. Toda su vida giró en torno a la consecución de este logro. En las próximas semanas va a salir a la luz un libro mío que analiza el ejercicio profesional de Luis de Arana como arquitecto, con el mismo título de este artículo, publicado por el Ayuntamiento de Bilbao en colaboración con la Diputación Foral de Bizkaia.

En el resultado final de esta publicación, hay que destacar también las excelentes fotografías de Miguel Ángel Nuño y el elegante y original diseño de Xavier Iñarra (Ouidesing).

444 proyectos Esta nueva publicación es muy relevante al desvelar por primera vez su papel como arquitecto, lo que en sí mismo constituye un hecho novedoso, completamente desconocido. De Luis de Arana se ha repetido hasta la saciedad en la historiografía en general que no ejerció la profesión, en algunos casos de manera grosera para con ello descalificarle en lo personal. Una visión enteramente falsa: su práctica profesional alcanzó los 444 proyectos. Y no hay que olvidar que fue el artífice del diseño de la ikurriña en 1894.

El ejercicio profesional de Luis de Arana, que se prolongó entre 1893 y 1936, se caracterizó por la discontinuidad ya que tuvo que subordinarlo a la actividad política. Ello condicionó dos etapas diferenciadas, la primera entre 1893 y 1921 en la que dominó la acción política, y la segunda entre 1922 y 1936, en la que tuvo un mayor peso la labor arquitectónica, lo que se explica en buena medida por la supresión de las libertades políticas con la imposición de la dictadura de Primo de Rivera en 1923, que se prolongó hasta 1930. En la primera fase imperaron el eclecticismo y el modernismo; y en la segunda el neovasco, el art déco y el racionalismo.

Los estudios de arquitectura los desarrolló en la Escuela de Barcelona, una de las mejores de la época, salvo un periodo muy corto en Madrid. En Barcelona recibió una formación ecléctica, muy influida por su profesor de proyectos Elies Rogent, que se caracterizó por el sobrio historicismo que desdeña la tradición clásica a favor de los estilos nacionales, como reflejo de la influencia del romanticismo catalán. Esta formación tuvo también un peso decisivo para afianzar más su pensamiento nacionalista vasco en razón del ejemplo de la ideología romántica de recuperación de lo local.

Del total de su obra se seleccionan en el libro 105 proyectos, los que se consideran los más logrados y representativos, ordenados por estilos. Luis de Arana es un notable arquitecto, uno de los más sobresalientes de la arquitectura contemporánea de Euskadi, por su extraordinario conjunto de obras que obedecen a una interpretación con personalidad propia, en tres estilos fundamentalmente: neovasco, art déco y racionalismo. Es un arquitecto con una sólida formación ecléctica, lo que le posibilitó una más fácil asimilación y compatibilización de las distintas tendencias estilísticas que imperaron en los años que trabajó.

El eclecticismo, del que se incluyen ocho proyectos, es un lenguaje escasamente representativo en su trayectoria profesional. A título de ejemplo se pueden señalar dos ejercicios: el Consistorio de Sondika (desaparecido) y el edificio de viviendas Cooperativa El Siglo, en Erandio (1928, Jose Luis Goioaga 17).

Estandarte de San Miguel El modernismo, periodo del que se seleccionan cuatro encargos, tuvo un escaso peso pero con proyectos muy decisivos, caso del edificio de viviendas Goikuria (Paulino Mendivil 9, Getxo) y el diseño del estandarte de San Miguel.

La casa de Goikuria la resolvió con una original lectura modernista depurada, que evidencia la influencia del secesionismo vienés. Los rasgos definitorios son los siguientes: desnudez de los paramentos, hierros de balcones y antepechos de huecos y mirador de riguroso diseño geométrico, molduras singulares que recercan los vanos con atractivas líneas curvilíneas, cuyo efecto se enfatiza con el contraste textural entre el revoco y la plaqueta de ladrillo, y el contenido y elegante cromatismo conseguido con la combinación de los colores rojo y blanco. Este proyecto tiene una especial relevancia histórica dado que fue la segunda sede del batzoki de Ondarreta (Las Arenas) entre 1911 y 1930.

El neovasco fue el estilo más decisivo en su trayectoria y en el que realizó una extraordinaria obra, de la que se escogen como más representativos cincuenta y un proyectos. De estos se pueden destacar a título de ejemplo los siguientes: los edificios de viviendas Largacha (1924, Basauri, Lehendakari Aguirre kalea 62) y Bilbao (1927, Erandio, Jose Luis Goioaga 29), los chalets Mills (1925, Getxo, Muxike Aurrekoa 14), Arruebarrena (1927, Getxo, avenida Salsidu 113) y Viar (1929, Bilbao, desaparecido) y el ba-tzoki de Sondika (1932, Goiri Erdikoa, 1).

La interpretación de Luis de Arana obedeció a una formulación con personalidad propia, que se distingue de la practicada por otros profesionales. Sus modelos de referencia fueron la arquitectura popular del caserío, la torre medieval y el palacio barroco de los que tomó los siguientes recursos: portalones en arco, cubiertas a doble vertiente, balcones de madera con los balaustres torneados o de fundición neobarrocos, contraventanas de madera, mampostería vista, entramado de madera ficticio que pinta de verde, azul o rojo y espolones.

A estos recursos comunes en todos los arquitectos añadió otros tres propios: decoraciones cerámicas con motivos tomados de la cultura vasca, cartelas de azulejos con el nombre de las casas y la utilización de torreones, que recreó con dos soluciones diferentes: cuerpos independientes y miradores de albañilería reinterpretados, para articular los edificios de viviendas.

El conjunto de la obra déco de Luis de Arana es uno de los más destacados de la arquitectura vizcaina por el número de obras realizadas y la calidad de las mismas. En el libro se destacan veintiocho ejercicios. Su visión del déco entronca con el espíritu de la Exposición de Artes Decorativas de París, caracterizado por su planteamiento cubista que bebe de las fuentes del secesionismo vienés. Su planteamiento se caracteriza por las arquitecturas escalonadas de compactos y duros volúmenes, que se aderezan con una ornamentación plana geometrizante (líneas paralelas, recuadros repetidos, jarrones, florones, etc.). Para resumir la huella del déco se pueden señalar los siguientes ejemplos: Orbegozo (Bilbao, 1927, desaparecido 41), Gurtubay Hermanos (Bilbao, 1930, Iturribide 110-114 y travesía de Iturribide 12) y Café Gran Vía (Bilbao, 1932, desaparecido).

La asimilación del racionalismo por parte de Luis de Arana constituye un caso único en la arquitectura de Euskadi por su avanzada edad, tenía 68 años en 1930 cuando evidenció las primeras influencias de este estilo. Es el asociado más antiguo de los arquitectos vizcainos que asimiló este nuevo lenguaje. De este periodo se subrayan en el libro 14 proyectos.

La lectura de Luis de Arana se ajustó con bastante fortuna al patrón moderno, tanto en lo formal como en la solución de las plantas. El modelo de referencia fue el racionalismo expresionista. Así planteó edificios de líneas puras animados por los vuelos de los balcones, las franjas de plaqueta de ladrillo y los chaflanes de formas curvilíneas.

Las distribuciones evidencian una clara preocupación por las condiciones higiénicas a través de la disposición de generosos patios para que todas las piezas disfrutasen de ventilación e iluminación directa. La condicionante ecléctica de su formación se evidencia en dos aspectos: las cubiertas no son planas y los huecos no alcanzan la dimensión de la fenètre en longueur.

modernidad De los ejercicios racionalistas a modo de resumen subrayar dos en Bilbao de 1932: taller de la Sociedad Beltrán Casado y Cía (desaparecido) y edificio de viviendas Aranguren (Iturribide 8).

La obra de Luis de Arana ofrece como nota singular, y que es muy excepcional entre los arquitectos de su generación, la última ecléctica del siglo XIX, el logro de la modernidad superando así el historicismo del eclecticismo. La consecución de este objetivo en su caso es todavía más notable dado que tuvo que asumirla en clara contradicción con su ideología conservadora y católica.

El ejercicio como arquitecto no hace sino cimentar y agrandar la figura de Luis de Arana dado que a su preeminente papel político, hay que sumar la extraordinaria dimensión de su aportación cultural con su excepcional obra arquitectónica. Esto tiene además una clara implicación política porque rompe con el estereotipo del nacionalismo vasco de derechas como alejado de la modernidad de la urbe, y, en lo personal, al desdecir la imagen que se le ha dado como de un integrista.

En fin, Luis de Arana, de acuerdo a las dos monografías que se le han dedicado, debería recuperar el papel central que se merece en la historia de Euskal Herria, y que se le ha negado hasta la fecha, por la suma de su transcendente acción política y su excelente arquitectura.

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