Independentismo catalán y vasco


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Independentismo catalán y vasco

Las motivaciones de la opción difieren en estos dos pueblos por razones históricas, políticas y sociológicas, pero las imágenes mutuas positivas y la solidaridad vasco-catalana, existentes de antiguo, se están reforzando frente a la falacia del estado mononacional español

Por Francisco Letamendia, * Profesor UPV/EHU
 - Jueves, 12 de Julio de 2012 -


DIVERSOS datos evidencian en los últimos tiempos un alza rápida de la opción independentista entre los vascos y los catalanes. En Cataluña, un 51 % votaría afirmativamente en un referéndum sobre la independencia. En el País Vasco, las encuestas sobre opción de voto en las próximas elecciones autonómicas de la CAPV auguran la formación de una amplísima mayoría parlamentaria nacionalista, con un aumento fulgurante de las expectativas de la coalición cuyo partido nuclear, Sortu, se define en sus estatutos como independentista.
Las motivaciones de la opción difieren en estos dos pueblos por razones históricas, políticas y sociológicas. Sus sistemas de partidos son distintos. En Cataluña, el origen autóctono de los partidos comunistas y socialistas (PSC y PSUC) ha sido más marcado que en Euskal Herria. Por otro lado, la formación en Cataluña de una burguesía nacional desde principios del siglo XX explica su impronta en la Lliga primero y en CiU tras el franquismo. El PNV se opuso en cambio desde su nacimiento a una oligarquía vasca hipercentralista. Esquerra no ha conseguido ocupar todo el espacio de la izquierda nacionalista catalana. Sí lo ha hecho en cambio aquí la izquierda abertzale, pero con una organización armada monopolizándola durante el franquismo y conservando grandes cotas de poder en el posfranquismo.
También difiere en las dos naciones el movimiento obrero. En Cataluña, la CNT anarquista, de gran importancia histórica, fue un sindicato de ámbito español; y la falta de relevancia del sindicalismo autóctono se ha mantenido a lo largo del posfranquismo. En Euskal Herria. En cambio, la fortaleza del sindicalismo propio desde 1911 se ha ampliado en el posfranquismo, con una clara hegemonía de los sindicatos de ámbito vasco (ELA y LAB) en la CAPV desde los años 80.
Los modelos de los dos nacionalismos son también diferentes. Los nacionalistas catalanes se miran en el espejo de Quebec, y actualmente en el de Escocia. El modelo del nacionalismo vasco es desde 1917 el de Irlanda; su papel de referente se ha reforzado a partir del comienzo en Irlanda del Norte del proceso real de resolución del conflicto.
El contexto internacional estatal abierto tras la crisis de 2007, que ha traído consigo la supeditación de los Estados a los mercados y una disolución de la soberanía de estos que está destruyendo toda idea de nación estatal, ha reforzado el independentismo en los dos países. Pero las motivaciones y forma de sus respuestas independentistas han sido una vez más específicas. Aunque ambos elementos van siempre juntos en todo movimiento nacionalista, en el catalán predomina el componente racional, basado en los intereses, y en el vasco el componente identitario, basado en la respuesta a la opresión y a los agravios. Las motivaciones racionales del nacionalismo catalán, muy fuertes, pueden resumirse en la frase "Nos iría mejor fuera que dentro de España". La prehistoria de este sentimiento fue la sentencia del Tribunal Constitucional que laminó el Estatut; su historia, la negativa centralista al Pacto Fiscal y al Concierto Económico; sus móviles visibles, una situación caracterizada por autopistas insuficientes y caras, servicios deplorables, recortes económicos acompañados de medidas centralistas que se sienten como agresiones a Cataluña; todo ello sumado a un costo de la solidaridad que se remonta al 9 % del PIB catalán.
En el caso vasco, a estos agravios se suma la indignante prepotencia centralista en un momento histórico en el que la decisión de ETA de abandonar definitivamente la violencia y la actitud de la izquierda abertzale hubieran facilitado al máximo una resolución duradera del conflicto. Prepotencia que se ha reflejado en la negativa a abordar ninguno de los puntos que en todos los países del mundo integran la agenda de los procesos de paz: derechos humanos y regeneración democrática, reforma policial, la cuestión de los presos de motivación política, dar la voz a la ciudadanía de la nación en cuestión...
Los actores del independentismo difieren igualmente. En el País Vasco están encuadrados, sobre todo, en los partidos políticos, especialmente en los que se definen independentistas y en sus movimientos afines; pero no solo en ellos.
En Cataluña, el protagonismo corresponde, más que a los partidos, a la sociedad civil: individuos, grupos, asociaciones, fundaciones... Todos ellos han confluido actualmente en el movimiento emblemático que es la Asamblea Nacional de Cataluña, cuyo objetivo proclamado no es el de conseguir la independencia por sus propios medios, sino presionar en tal sentido a las instituciones, haciéndolas adoptar desde ya medidas rupturistas: creación de una Hacienda propia si no hay Pacto Fiscal, aprobación de un Concierto similar al de la CAPV y Navarra... Es significativa al respecto la transición al independentismo, desde el federalismo que habían teorizado previamente, de prestigiosos académicos catalanes.
También difieren los programas concretos de la independencia en uno y otro caso. La cuestión territorial, tan importante en el caso vasco, lo es menos en el catalán: los Paisos Catalans no se ven tanto como el territorio de la futura nación catalana, cuanto como una zona lingüístico-cultural común cuyos lazos deben profundizarse.
Las imágenes mutuas positivas y la solidaridad vasco-catalana, existentes de antiguo, se están reforzando hoy en día. Aunque esta solidaridad se ha operativizado muy escasamente a nivel político, existe sin embargo una gran simpatía recíproca entre unos y otros ciudadanos.
Los vascos, muchos podemos dar testimonio de ello, somos muy bien tratados en Catalunya; mientras que el turismo cultural y la ocupación del agroturismo en Euskal Herria puede decirse que es cosa de catalanes. Alguien ha dicho que hay imágenes que valen por mil palabras: estoy hablando de esa hinchada vasca permaneciendo en el estadio Calderón de Madrid tras el fin de un partido tan decepcionante para ella para sumarse al homenaje de ese maravilloso equipo que es el Barça, mientras que los jugadores catalanes bailaban la sardana en un círculo cuyo centro lo formaban la senyera y la ikurriña.
El catedrático catalán de Ciencia Política y amigo mío, Ferrán Requejo, proponía hace poco hacer declaraciones sincronizadas de independencia desde las instituciones vascas y catalanas, lo que evidenciaría ante el mundo la realidad y voluntad nacional de los dos países y la falacia del Estado mononacional español. Ojalá se cumplan sus deseos.

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