El señor de las carreteras

El señor de las carreteras ELCORREO


16.01.12 - 02:09 - JON URIARTE
El golpe fue tan fuerte, que creyeron que el cielo se les había caído encima. Era una tarde lluviosa de sábado y sabían lo que les esperaba fuera. Un accidente. En este caso, un 'Renault 12' había derrapado y se había empotrado en el caserío. Mientras los mayores acudían al siniestro los pequeños observaban, con la inocencia propia de los primeros años. Pero entonces llegó una furgoneta blanca. Su matrícula, BI- 100.000. Venía de la estación de servicio de Boroa y, casi a la vez, apareció otro vehículo. No recuerdo marca ni color. Tan solo, al hombre que salió de él. Era muy elegante. Como un artista de cine. Tras dar las pertinentes órdenes para que atendieran a los heridos, departió con la dueña del caserío. Una mujer de carácter, que no perdió la ocasión para pedirle un botiquín en condiciones. Estaba harta de utilizar sus sábanas para vendar a los accidentados todos los fines de semana. Aquel hombre era Juan Antonio Usparitza Lecumberri. El ginecólogo de Bilbao. Había nacido un 7 de mayo de 1919 en el barrio de San Cristóbal de Busturia, pero tenía esencia botxera. Porque era capaz de traer a alguien al mundo dos veces. Primero, en su clínica y después, en la carretera.


El viernes, Bizkaia lloró a un hombre que forma parte de nuestra gran historia y, aun mayor, intrahistoria. Porque Usparitza fue un pionero global. Así me lo aseguran médicos, enfermeras y comadronas, en estos días de adioses al Doctor. «Era muy buen ginecólogo», afirma uno. «Fue el primero en aplicar el parto sin dolor», añade otra. Pero no solo se escucha a los profesionales. También a pacientes. «Retransmitía por megafonía los ejercicios y pautas que debíamos seguir para recuperarnos tras el parto», me cuenta una de las muchas amatxus de Bilbao que eligieron sus manos para traer hijos al mundo, y añade: «lo hacía todas las mañanas antes de pasar consulta». En su mítica clínica, sita donde ahora está la de Indautxu, imperaba su estilo. Habitaciones suntuosas para la época, pulcritud obsesiva y rigurosa puntualidad. Como era él. Siempre impecable. Y muy vital. Tanto en el trabajo como fuera. Por eso decidió disfrutar de la vida y de las pequeñas cosas, consciente de la suerte que supone pillar bocanada al nacer. Él trajo al mundo a 26.621 niños vivos y nunca se olvidó de los que no llegaron. Quizá por eso, se empeñó en ejercer de ángel de la guarda. Para ello, se apoyó en cuatro generosos hombres. José Luis Boraita Carasa, Juan Antonio Ipiña Ermecheo, José Ignacio Gallego de la Fuente y Martín Fernández Ruiz. Cuatro socorristas que cambiaron las aguas turquesa de Urdaibai por las grises carreteras de nuestra tierra. Fue allá por 1966. Y desde entonces, se convirtió en un habitual de la radio. Su voz cerraba los domingos la información local, con el parte de accidentes. Y es que estaba predestinado. Nació a cincuenta metros de la ermita del patrón de los automovilistas. Capricho de un destino que le llevó a vivir siempre en el filo. A los 18 años, le tocó combatir en la Guerra Civil. No sé si fue por lo que vio, pero acabó siendo médico. «Desde el principió destacó. ¡Con decirte que salió de la Facultad de Valladolid con sobresaliente!», me apunta un conocido cirujano de Bilbao. Y podría seguir escribiendo tantas líneas, como niños presentó a este mundo. Algunos, sin estar, estuvimos. Soy un rara avis, porque casi todos mis amigos son de Usparitza. Servidor es de Andoni Abando. Pero, de alguna manera, varias generaciones de Bizkaia somos hijos del él. Aunque solo sea por el consejo con el que cerraba sus partes dominicales. «Por favor, tengan cuidado en la carretera». Lo mismo que dijo, hace ahora casi cuatro décadas, en una curva de la carretera hacia Autzagane. Al oírle, Doña Leonor susurró a sus nietos: «escuchad lo que os dice el Doctor». Y así lo recuerda y escribe hoy uno de ellos, orgulloso de haber conocido a un gran hombre. Juan Antonio Usparitza Lecunberri. Señor de las carreteras y Ginecólogo de Bilbao.

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