Xabier, patrono

Tribuna Abierta

Xabier, patrono

* Historiador, Por José Luis Orella Unzué - Miércoles, 30 de Noviembre de 2011 -

COMO los años al principio de diciembre celebramos la festividad de San Francisco Javier. Xabier es un prohombre universal venerado en la Iglesia católica, en la anglicana y en la luterana. Fue canonizado en 1622 junto a otros tres santos españoles como San Ignacio de Loyola, Santa Teresa de Jesús y San Isidro Labrador, por lo que muchos le consideran un santo español.

Al historiador navarro le acucian varias dudas sobre la interpretación historiográfica y el uso partidista que se ha hecho de la historia y figura de Francés de Xabier y en concreto sobre su identidad nacional y sobre su patronazgo de Navarra.
Como sabemos, en 1524 Xabier tenía 18 años y convivía en el castillo de Javier con sus hermanos Miguel y Juan, derrotados en Amaiur y en Hondarribia. Durante su infancia y juventud había soportado, junto con su madre, la derrota del reino de Navarra, el despojo de los bienes patrimoniales impuesto por el vencedor Fernando el Católico, el desmoche del castillo por orden del cardenal Cisneros, los avatares en los que se encontraron sus hermanos en la batalla de Noain, en la toma de Amaiur y en la posesión de Hondarribia.

Terminada la guerra y tras el mes de incertidumbre llegaba el perdón del emperador el 24 de abril de 1524 . En él se escribía: "Perdonamos al dicho Don Pedro de Navarra y al Señor de Xabier, Johan de Azpilkueta su hermano y al capitán Valentín de Jasso y a Bertol del Bayo y a Vitor de Mauleón y al capitán Petri Sanz e Martín de Goñi e a todos los otros gentiles-hombres, caballeros e hijodalgo, que estaban en Fuenterrabía". Para el emperador, este pronto perdón era una réplica del perdón concedido a los comuneros.

En efecto, todos en España recordaban lo sucedido con el perdón imperial de hacia unos pocos meses. Carlos V desembarcaba en España el 16 de julio de 1522 y dirigiéndose a Palencia tomaba las riendas en la represión de los comuneros. Luego pasó a Valladolid y el 1 de noviembre de 1522 promulgaba el perdón general a los comuneros, del que se excluía nominalmente a 293, como Pedro Girón, conde de Salvatierra y los tres criados del virrey de Navarra, duque de Nájera. De entre los excluidos pronto fueron ejecutados 23 y una veintena murió en la cárcel. Carlos V no hizo distinción entre la revuelta comunera y el intento franco-navarro de los Albret de recuperar el reino en 1521 y las consecuencias bélicas de Amaiur y Hondarribia hasta 1524.

Poco después, el 3 de mayo de 1524, se citaba en Burgos a los caballeros navarros para que en la casa del condestable de Castilla, el emperador Carlos V, recibiera el homenaje y el juramento de fidelidad de los navarros que habían capitulado en Hondarribia. "Entonces aparecieron presentes Don Pedro de Navarra, Mariscal del Reino de Navarra, Señor de la Casa de Eusa y Don Francisco de Navarra, su hermano, Prior de Roncesvalles y Don Antonio de Enríquez, cuya es Ablitas e Francés de Ezpeleta, cuya es Peña e Miguel de Xabier, cuya es Xabier y el Doctor Martín de Rada, Prior de Uxue y el procurador de León de Ezpeleta, cuya es Ezpeleta y Gaspar de Ezpeleta, cuya es Celigueta e Johan de Urrutia, cuyo es el palacio de Urrutia e Vitor Mauleón, cuya es Aguinaga y Johan de Azpilcueta, cuyo es el palacio de Sada y el Capitán Petri Sanz y Arnau de Ozta y Vertol de Vayo e Johanes de Ganuza et Johan de Eraso et Pierres de Zozaya, cuyo es el palacio de Zozaya e Martín de Ollo e Johan de Lasaga, caballeros naturales del Reino de Navarra y vasallos de Su Majestad".
Todos los derrotados se sometieron y desde este momento recuperaron sus bienes patrimoniales y algunos de ellos sirvieron al emperador, como don Pedro de Navarra, que acabó como gobernador de Valencia, o Juan Vélaz de Medrano, que fue gobernador de Ávila.

Como bien desarrollaron las Memorias de don Enrique, rey de Castilla, y el escritor Correa y en nuestros días los historiadores Nieto Soria, Esarte, Montiano y Pescador, los navarros de Iruñea, Noain, Amaiur y Hondarribia sabían defender la independencia y las libertades de una patria, tenían una bandera y luchaban por una nación que llamaban Navarra. Pero, convencidos de la derrota, aceptaron una fórmula menos traumática como era la de unirse a España de "forma voluntaria" estableciendo la ley del silencio sobre las circunstancias que se les habían impuesto por el vencedor.

En septiembre de 1525, Xavier, a sus 19 años, tras recibir la primera tonsura y dejando en la paz de la derrota a su madre María de Azpilkueta (+1528), a su familia y a sus hermanos, marchó a estudiar a la Universidad de París cuya facultad de teología era la más afamada de la Cristiandad, como la de Bolonia lo era de derecho, donde se había doctorado su padre. Pidió el reconocimiento imperial de la nobleza y piensa tener a la mano una canonjía en la catedral de Pamplona. La opinión del Padre Schurhammer era que la familia y también Francisco Javier siguieron siempre ocultos agramonteses.

En París se hospedó en el colegio de Santa Bárbara, inscribiéndose como miembro de la nación cántabra, "cantaber" como los vascos y cántabros citados nominalmente en la bula papal condenatoria de Julio II. Permanecerá en París durante once años estudiando primero y enseñando después. El colegio de Santa Bárbara era privado, de orientación cultural abierta y con un hospedaje muy elevado. Estaba enfrente y enfrentado al colegio de Monteagudo, de corte medieval.

Xabier, durante toda su vida, como sus hermanos Miguel y Juan, tascó el freno de la derrota, afirmándose como navarro (en frase de Ignacio de Loyola) y como "cantaber". Más tarde, afirmará repetidas veces en sus cartas que era portugués: "De mi vos faço saber como vou a Japâo, por ter por informaçâo da muita dispossiçâo, que naquellas partes á pera acrecentar nosa santa fé, vamos tres portugueses, e tres japâes". Podríamos pensar que los otros dos compañeros de Javier sí que eran portugueses y entonces Javier se asimilaba a ellos. Lo sorprendente es que ninguno de los otros dos era portugués, sino que todos eran españoles: Xavier, navarro; Cosme de Torres, valenciano; y Juan Fernández, cordobés. Y todo esto, además, escribiendo a un destinatario también español: el gallego P. Juan de Beira. Es decir, que entre los jesuitas de la India ya no había españoles, sino que todos ellos eran portugueses.

Respecto al patrocinio de Xabier, desde el momento de su proclamación lo era, no de la provincia sino del reino de Navarra, y aunque se le acompañe de San Fermín, todos los historiadores sabemos tras las investigaciones realizadas por José Goñi Gaztambide que la personalidad histórica de San Fermín está entredicho, como la de San Saturnino, y más bien fueron, ambas dos, un apaño circunstancial de la Baja Edad Media.

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