Derecho a techo y vivienda



Estos días se ha producido la hecatombe, porque según dicen “La Burbuja inmobiliaria ha explotado”. “El mundo esta en crisis. Salvemos los bancos para que puedan seguir dando créditos para comprar viviendas. Hay que reactivar el sector de la construcción y el mercado de la vivienda, que supone el 40% de la actividad económica del reino de España”.

Estas y otras proclamas parecidas inciden en que la culpa de lo que pasa está en que la gente no recibe créditos para comprar vivienda, mientras que todo se solucionaría si de nuevo se reactivase el mercado de la vivienda. Inciden además que en la situación actual, el futuro inmediato, la solución mas acertada está en el mercado de la VPO, porque la gente ya no compra vivienda libre para cambiar de vivienda, ni como inversión.

Es decir el neoliberalismo y sus defensores han llegado a la conclusión brillante de que la solución a la crisis está en la gente que necesita un lugar para vivir y por tanto está obligada a entrar al mercado de la vivienda. Esta gente son jóvenes en busca de su primera vivienda, parejas jóvenes con hijos… en definitiva personas trabajadoras que no tienen más remedio que entrar en la compra de una VPO porque el Capital no les ofrece otra alternativa.

La crisis del Capitalismo a nivel global, esta demostrando que no son los empresarios quienes crean riqueza, sino las clases populares con su trabajo y su capacidad de ahorro para consumir.

Hace 150 años la gente se apiñaba en barracones y txabolas que las empresas disponían para un mejor control y explotación de las personas que trabajaban en ellas. Las luchas obreras consiguieron que en Europa, los gobiernos de izquierdas fomentasen el alquiler de vivienda pública y hoy día en estados como el Francés o Alemán, más de la mitad de las viviendas son de alquiler.

El Franquismo por contra se embarcó en una Cruzada para hacer de cada familia una propietaria. Descubrió que obligar a cada familia a ser propietaria de su vivienda le reportaba al Estado diversos beneficios.

En primer lugar la propiedad fija a la familia a un espacio, a un pueblo o ciudad, por lo que se reduce la movilidad social y es más fácil el control de las personas, algo consustancial al fascismo.

En segundo lugar la compra a plazos, a crédito, único sistema posible para una familia trabajadora, condiciona totalmente sus ánimos reivindicativos, de modo que ante una protesta o huelga debe mirar si estará en condiciones de pagar el siguiente plazo de la hipoteca y así a cualquiera se le atraganta la posibilidad de luchar.

En tercer lugar la compra de una vivienda supone una inyección de dinero en el sistema económico. La inversión familiar es básica para el sostenimiento del sector de la construcción, que se apropia así de la capacidad de ahorro de las familias.

El Capital se apropia por sistema de las plusvalías generadas por las clases trabajadoras. El Franquismo consiguió que el Capital no solo se apropie de las plusvalías del trabajo, sino que además se apropia de los ahorros de la clase trabajadora, obligada a comprar una vivienda que estará pagando de por vida, durante 40 ó 50 años. El neofranquismo del PSOE-UPN-PP y el neocapitalismo de PNV, con la inestimable ayuda de EA, Aralar e IU, está manteniendo esta situación de explotación de los ahorros de las clases populares, al no dar ninguna alternativa a la obligación de compra.

Si lo pensamos detenidamente, la fórmula es muy ingeniosa. Los bancos sacan su beneficio prestando con usura, a la familia obligada a comprar, un crédito hipotecario que esta invierte en la compra de su vivienda. La empresas promotoras, propietarias de suelo, especuladores, etc. invierten ese préstamo, que no su dinero, en la edificación y consiguen pingües beneficios de un modo rápido, mientras la familia compradora queda con su capacidad de ahorro hipotecada de por vida.

Desde la izquierda abertzale nos preguntamos, ¿realmente no hay otra forma de tener techo si no es por compra? ¿Sin hipotecarse de por vida? ¿Ha muerto el alquiler público a un precio justo?

La primera idea que debemos tener clara desde una perspectiva de izquierdas es que el derecho a techo, a “vivienda”, es un derecho tan fundamental como la educación o la sanidad.

Nadie cuestiona desde la izquierda que se debe garantizar la educación y la sanidad públicas. Que no es asumible su privatización. Del mismo modo debemos reivindicar que el derecho a vivir bajo un techo lo debe garantizar el sector público, mediante la oferta de viviendas en alquiler acordes con las necesidades de la población, tanto en tamaño como en tipos de vivienda: para una persona, pareja, con hijos, sin hijas, jubiladas, residencia comunitaria, etc.

Si no debemos comprar hospitales para tener sanidad, ¿por qué estamos obligados a comprar vivienda para tener techo?

“La burbuja inmobiliaria” ha hecho “plof”, se ha deshinchado. Quieren volverla a hinchar a costa de la gente más necesitada. Es hora de decir NO.

Desde la izquierda tenemos que exigir que se cambie totalmente la política de vivienda en Navarra y en Euskal Herria. Se acabó la obligación de comprar vivienda para tener techo. Debemos reivindicar la promoción masiva de vivienda pública en alquiler, que garantice a todas las personas un lugar digno donde residir, según sus necesidades y pagando según sus posibilidades. Alquileres a precio social, por debajo de la quinta parte del salario.

La Diputación de Navarra debe crear un parque de vivienda pública en alquiler social y debe ayudar a los Ayuntamientos a crear sus parques de viviendas municipales de alquiler social, para sus vecinas y vecinos, en lugar de hacer, como ahora, desgravaciones fiscales para la compra de vivienda libre, cara y de lujo, que supone más del doble de las ayudas para vivienda protegida.

Diputación y Ayuntamientos deben poner en marcha, los mecanismos legales y económicos que permitan incorporar al parque público de vivienda en alquiler, las más de 20.000 viviendas vacías que hay en Navarra. Desde convenios voluntarios a mecanismos de expropiación del uso o la propiedad.

El camino no es promover miles de viviendas en régimen de compra en la comarca de Iruñea y resto de Navarra (Gendulain, Etxabakoitz-Renfe, Donapea, Egües, etc.), para incentivar la construcción a lo loco y mantener el negocio de la Asociación de Constructores y Promotores, sino retomar la senda de la cordura que comenzó hace 100 años, la de las luchas populares por el derecho a techo, a vivienda en alquiler social y en contra de la obligación de comprar e hipotecarse de por vida.

Sociedad, ayuntamientos y agentes sociales tienen mucho que decir para darle la vuelta a esta situación de explotación del ahorro familiar. La izquierda abertzale debe impulsar esa lucha.

Noviembre 2008

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