
Iñaki Uriarte
Superviviente del presente
NAIZ 26/09/25
Ilustrada Diputada de Cultura de Bizkaia
El pasado 11 de junio acudí en las Juntas Generales de Bizkaia en Bilbao,–antiguo edificio del Hotel Excélsior salvado de su derribo por una campaña reivindicativa que realicé en marzo de 1990 que quedó en mero fachadismo–, a la comparecencia de la diputada de Cultura, Leixuri Arrizabalaga, en la comisión de Euskera, Cultura y Deporte, a petición de EH Bildu previamente sugerida al grupo el 5 de marzo. La motivación era exigir una rigurosa explicación de la agresión que se ha producido y se pretende proseguir en el ábside de la Catedral de Bilbao por unas ilegales tiendas añadidas entre los contrafuertes, por fin demolidas, pero que se desean reconstruir de nuevo.
La primera decepción fue por la diputada que habla, mejor dicho lee, lo que le han escrito por lo que no sabe lo que dice y se evidencia en su relato sin convicción alguna, un rutinario palabreo político pretendidamente docto y que a las interpelaciones de los portavoces de los grupos políticos responde con referencias insustanciales, banales. Mencionar como positivo un beneficio de la agresión pretendida por el efecto turismo, terrazas, actividad comercial, etc. es absurdo, dañino, denota severos déficits.
Algunos portavoces intervinientes muy pasivos, quizá por el compromiso de pacto de gobierno, mostraron su desinterés y desconocimiento. La actitud del PSE es vergonzosa como reiterado encubridor de delitos de todo tipo, materias y en todos los estamentos que participa, al menos el PP es directo, no engaña. Hubo demasiadas interpelaciones superficiales, intrascendentes, sin fundamentos en un ámbito de contenido patrimonial, huyendo del atentado cultural, de lo que allí debía hablarse.
Deplorable diputada
Una responsable de cultura no puede decir que se trata de un proyecto de rehabilitación, pretendía engañar a los grupos políticos que algunos asumieron su relato con incomprensible complacencia. Lo que se propone es un despropósito de nueva construcción prohibido por la legislación cultural. Pero la Diputación y el Ayuntamiento, regidos por el mismo poder político, ceden continuamente a las presiones del cartel de la hostelería.
Es falso que la catedral sea patrimonio de Unesco, como dijo, aunque pase el Camino de Santiago por delante, no domina ni lo que proclama con pretendida autoridad. Los responsables de las agresiones al paramento del ábside con mechinales (agujeros en el muro) taponados con un inaceptable mortero de relleno cromáticamente discordante y gravísimas mutilaciones en los contrafuertes son, sin duda, los últimos propietarios o arrendatarios de los locales. Necesitaban más espacio para una actividad comercial que no tenía suficiente superficie y volumen. Y si estuviesen ya, antes de disponer del local, debían haber comunicado que el daño ya existía. Ha sido una labor clandestina, delictiva, de ir extrayendo paulatinamente piezas de piedra de unos elementos estructurales fundamentales, los contrafuertes de un edificio monumental, la Catedral, para ampliar sus locales.
No puede eludirse esta responsabilidad atribuyendo a la antigüedad de las tiendas un valor histórico, ya que las primitivas u originales tenían, además de otra configuración y materiales, una actividad vinculada a necesidades y temas religiosos. Tampoco aporta nada que fuesen propiedad heredada de las barraganas, mujeres aplicadas al amancebamiento con los curas que obtuvieron esas prebendas comerciales por sus solícitos menesteres y ayuntamientos carnales tras una pecaminosa vida con el clero.
Queda en mayúsculo ridículo que una asalariada de la cultura diga que tiene "cierto interés" como patrimonio inmaterial, la última actividad habida, un estanco, una colchonería, una relojería y una heladería y ahora añadir una cafetería con terraza y un retrete ¿qué aporta? Un despreciable propósito de grupos económicos usureros, sin escrúpulos, en connivencia con la fuerza política corruptible dominante, como reiteradamente está demostrando.
Obispado y atentado
Resulta irónico, si no sorprendente, que poco antes, el 30 de mayo, la diputada hubiese acudido junto al obispo de la diócesis, Joseba Segura a la iglesia de Santo Tomás Apóstol de Olabarrieta en Zeberio a la presentación del Catálogo Monumental de la Diócesis de Bilbao. Al parecer, no les interesaba la agresión cometida y la que se pretende con los degradantes nuevos establecimientos adosados. Uno, el obispo representante de la propiedad indiferente al atentado. Y la otra, responsable política y encubridora de la autorización del despropósito por la directora general de Cultura de Diputación, Belén de Ibarra. Cargo reincidente en, presuntas, prevaricaciones, en este caso basándose en el infame informe por manifiesta falsedad redactado por los dos arquitectos funcionarios, el de restauración monumental y la jefa de sección de Intervención Arquitectónica.
Bajo ningún concepto constructivo puede permitirse la mutilación de cuatro de los nueve contrafuertes del ábside, ni como dicen los arquitectos citados, colocando una piedra como ménsula sustituyendo a partes tan significativas. Una muestra de impericia constructiva, jamás una ménsula puede sustituir a un contrafuerte. Consolidar esta temeraria alternativa, sería legalizar un temerario e ilegal proyecto. Que la diputada aludiese a una integridad estructural es el testimonio de una ignorancia e incongruencia absoluta propia de alguien que no sabe de qué se trata.
Atrevimiento inaceptable, no solo oral sino conceptual. Se autoproclama como cómplice de la prevaricación previa de los arquitectos autores del impresentable informe y de la Directora General otra incompetente que firma y autoriza una obra que evidencia por sí misma que es un atentado estructural y cultura. Incurren en gravísima irresponsabilidad, por lo que serán denunciados ante la Fiscalía de Medio Ambiente y Urbanismo, la competente en delitos contra el patrimonio histórico.
Fue sorprendente el bajo nivel cultural e intelectual que ofreció una persona que ocupa una tarea tan significativa como diputada de Cultura, lo más decepcionante que he presenciado en 39 años en centenares de congresos, cursos, jornadas, conferencias y debates, en Euskal Herria y otros países. Se inscribe en la ridiculez sin escrúpulos, ya manifestada en anteriores declaraciones, solamente fluidez verbal envolvente bilingüe pero carente de principios. Una vergüenza soportar un cargo de responsabilidad con tan precaria capacidad exenta de toda sensibilidad hacia el legado cultural. Una comparecencia estéril.
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